jueves, julio 10, 2014

Viaje a Estambul (6º Día - 1ª Parte)


Jueves 15 de Mayo del 2014, nuestro sexto día de estancia en Estambul en el que mantuvimos la rutina, levantarnos a las 8:30 de la mañana y bajar a desayunar a eso de las nueve más o menos. Como dato decir que me informaban desde Donostia que los medios de comunicación hablaban de disturbios en la ciudad turca, cosa que nosotros la verdad no llegamos a apreciar en ningún momento.

Después de coger fuerzas en el desayuno, salimos del albergue y nos dirigimos como siempre hacia la zona del Hipodromo para coger el tranvia (3 TL cada uno) en dirección a Kabatas, la última parada.


Nuestro plan del día era visitar las Islas Principe, tambien llamdas Adalar. Las Islas Principe están compuestas por nueve islas, siendo la más grande Büyükada, la cual tiene una población total de 14.072 habitantes. Durante el período bizantino, príncipes y otros miembros de la realeza eran exiliados a estas islas, dándoles así su nombre actual. Durante el siglo XIX las islas se convirtieron en un centro de riqueza para Estambul. De época victoriana aún se conservan casitas de campo en la más grande de las Islas Príncipe.
                               

En la actualidad, las islas son un popular destino turístico para una excursión de un día, vía ferry, desde Estambul. Los vehículos motorizados están prohibidos en la mayor parte de las islas. Los visitantes exploran las islas a pie, en bicicleta o en carruajes tirados por caballos.


Para cuando llegamos al Ferry eran las 10:25 de la mañana, y el ferry salía a las 10:30, así que un poco a la carrera, sacamos nuestro correspondiente billete (5 TL cada uno) y nos acomodamos para nuestro viaje hacia las islas.


Después de hora y cuarto de travesía, decidimos bajar en la segunda de las paradas, la isla de Büyükada, según dicen, una de las que más vida tiene y que resulta más interesante visitar.


Lo primero era visitar y curiosear un poco el barrio pesquero que se encuentra uno nada más desembarcar. Es una zona pequeña repleta de establecimeintos para comer, disfrutar de un refresco, o  tomar un helado.


Una vez visitado el pueblo, decidimos emprender un paseo hacia la zona alta de la isla. Se puede hacer de varias maneras, la más comoda y seguramente más cara, es la del carro de caballos, la segunda opción es la de la bicicleta, y la tercera, la más economica, pero quizás la más cansada, es la que decidimos tomar nosotros, la de subir tranquilamente dando un paseo.


El sol pegaba de lo lindo, así que buscando las sombras fuimos paseando poco a poco disfrutando de las vistas y de las curiosas casas que nos ibamos encontrando a nuestro paso.


Se puede decir que fue un paseo de lago más de una hora hasta que llegamos al pequeño parque o zona de descanso que hay en la zona alta de la isla, donde nos tomamos un merecido descanso.


Allí buscamos una buena sombra y nos sentamos en una mesita de las que tiene el bar a tomar un pequeño refrigerio, un par de Sprites fresquitos para reponer fuerzas después de la intensa caminata (10 TL). Nosotros no lo hicimos, pero os puedo comentar que desde allí arriba se veía el acceso a alguna de las playas privadas que hay en la isla, playas a las que generalmente hay que pagar por acceder y que según nos comentaron más tarde unas chicas gallegas en el albergue, no merecía mucho la pena acudir, ya que debian estar sucias y poco cuidadas.


Llegaba el momento de bajar, y como no había ningún carro que coger, decidimos emperender a pie la bajada, pero con la clara idea de parar un carruaje en cuanto se nos presentase la oportunidad, cosa que ocurrió tan solo cinco o diez minutos después de empezar a andar.


El precio que pactamos fue de 30 TL por bajar hasta el pueblo, cosa que nos parecía muy bien, sobre todo teniendo en cuenta el cansancio que ya acumulaban nuestras piernas, así que subimos y disfrutamos del veloz viaje de regreso.

Continua ...

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